La vida terrenal
es una
corta experiencia, quiero sintonizarme con
las vibraciones de la
creación. Quiero amoldarme a aquello que es predestinado para
mi bien y quiero someter mi libre albedrío a
esta invitación cósmica que da dignidad y gracia a mi propio existir.
Siento compasión con aquellos que se sienten arrojados en el cosmos sin
causa ni propósito y que deambulan tratando de explorar placeres momentáneos, horrorosos e insensibles con los
demás
para luego terminar totalmente frustrados y abatidos por haberse dejado influenciar por otros o por huir
de
la vejez y de la muerte.
Quiero utilizar el poco tiempo que tengo para lograr el máximo grado de iluminación y de piedad, para poder así, merecerme algo
mejor en el futuro. Deseo tener la cercanía de la dulce realidad que se esconde detrás de todo, no quiero volverme un árbol que vive miles de años, no quiero volverme un sapo que puede meditar bajo el hielo durante 6 meses, no quiero volverme
un
mono que disfruta miles de “novias”. Quiero aprovechar mi cuerpo
humano para
conocer y amar
lo
que es eterno, lo que da sensatez y belleza
a la
existencia de cada ser.
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